Qué mejor manera de reencontrarse con un amiguete que quedando para hacer una rutilla y charlar de la vida mientras disfrutamos de la montaña y la nieve recién caída.
Salimos tempranito, paseamos por la Vereda de la Estrella, con la parada obligada para hacernos una foto con "el abuelo", y ascendimos a un buen ritmo por la Cuesta de los Presidiarios, donde nos encontramos con la nieve. Al llegar al refugio, el cielo se abrió y pudimos contemplar el grandioso espectáculo de los tresmiles nevados (espectacular). Nos comimos el bocata de rigor y a buen paso emprendimos el regreso hasta el coche. Una mañana muy bien aprovechada con mi amigo Luis.